"liberando pensamientos.."
El utópico elixir de la vida, la ciudad prometida donde se recogerá el escorpión que se oculta bajo la piedra y donde todos vivirán felices en el cielo azul y árboles frondosos. Algo parecido al jardín del Edén, del que cada cual alguna vez ha soñado, es recreado en la película Fando y Lis. Con un lenguaje onírico, con sonidos estridentes y deseos sexuales expresados libremente; los mismos deseos que son oprimidos por la humanidad en su mundo real pero que afloran de nuevo en sus sueños.
Resulta ser tan simbólico y abstracto lo que soñamos como una obra de arte surrealista, y es que “el que diga que no entiende nada de arte, no se conoce a sí mismo, tenemos una necesidad innata de elaborar una expresión artística de nuestra situación existencial” decía, Alberto Knox a Sofía en su pequeño viaje a la Filosofía.
Tales lenguajes combinados con asuntos tan terrenales como lo es la hipocresía de las palabras que solo representan momentos superfluos de emotividad -como es el caso del amor enfermo de Fando contrastado con la dependencia de Lis hacia él- los miedos generados de un pasado tumultuoso, la necesidad de ser deseado y envidiado, la desesperación al escuchar el ruido y el desapego por las diferencias de un mundo material. Más allá del cuerpo, más allá de apariencias.
Características extrañas, reproducidas de forma desordenada. Dos cabezas en un solo cuerpo que solo pudo llegar a la ciudad de Tar cuando la imagen desapareció del vidrio y apareció la palabra: libertad.
Tales lenguajes combinados con asuntos tan terrenales como lo es la hipocresía de las palabras que solo representan momentos superfluos de emotividad -como es el caso del amor enfermo de Fando contrastado con la dependencia de Lis hacia él- los miedos generados de un pasado tumultuoso, la necesidad de ser deseado y envidiado, la desesperación al escuchar el ruido y el desapego por las diferencias de un mundo material. Más allá del cuerpo, más allá de apariencias.
Características extrañas, reproducidas de forma desordenada. Dos cabezas en un solo cuerpo que solo pudo llegar a la ciudad de Tar cuando la imagen desapareció del vidrio y apareció la palabra: libertad.
No es necesaria una descripción tal que explique detalladamente los contenidos bizarros del film, cada quien es libre de darle un significado, del que con gusto debemos sentirnos conformes, porque es esa la simbología de nuestra subjetividad.