La mujer de todos y de nadie, que sin desear su destino lo acepta, recibe cada noche a un ser diferente.
Ella sabe que no es amor quizás sea cariño (¿puede la costumbre confundirse con afecto?).
Siempre es lo mismo y sin embargo ella piensa que será distinto. Siempre es la entrega, la inocencia, la necesidad fisiológica camuflada de resignación. Las palabras vacías, la reciprocidad actuada. El acto que cella el pacto de la hipocresía. Y un fina sin final; sin un chao, sin un te extraño.
La mujer de nadie, con una sonrisa gastada, busca otro actor para su obra en la que se sienta amada, para que los besos camuflen su vejez y distraigan su profunda soledad y tristeza.
Archive for noviembre 2012
posted by Daiana González
posted by Daiana González
Existieron una vez dos amantes, ella rubia, él algo delgado.
Sin prejuicios y sin males, ellos se desvestían, no importaba hora ni lugar. No importaban testigos.
No le temían a su cuerpo, ni permitían encarcelarse en telas y jeans.
La ropa se evaporaba con tal facilidad que quienes ya los conocían, acostumbrados a su piel descubierta, no mostraban sorpresa al verlos.
Eran seres desnudos que vagaban inconscientes o quizá conscientes, pero incomprendidos por los demás hombres que los miraban a veces de forma enfermiza achacándoles insultos y burlas.Ellos, siempre hicieron caso omiso, su cuerpo descubierto sintiendo la brisa, liberado de cauchos y ataduras, lo valía.
posted by Daiana González
Refugiarme en tu cuerpo y tapar con sabanas el mundo lleno de monstruos de garras filudas.
Reir y callar con nuestra risa las voces asfixiantes, mentirosas, inexistentes irreales; solo ciertas en el mundo de la palabra, en sus lexemas, morfemas y oraciones. No trascienden. No deben trascender.
Caminar juntos y por una sola ocasión no pensar en un solo ser. Desear tu bienestar y tu felicidad. Un hermoso comunismo alimentado por la droga enfermiza de la dopamina.
No los mires, sus ojos son engañosos tal como lo son sus corazones. El ser humano es incapaz de doblegarse.