La mujer de todos y de nadie, que sin desear su destino lo acepta, recibe cada noche a un ser diferente.
Ella sabe que no es amor quizás sea cariño (¿puede la costumbre confundirse con afecto?).
Siempre es lo mismo y sin embargo ella piensa que será distinto. Siempre es la entrega, la inocencia, la necesidad fisiológica camuflada de resignación. Las palabras vacías, la reciprocidad actuada. El acto que cella el pacto de la hipocresía. Y un fina sin final; sin un chao, sin un te extraño.
La mujer de nadie, con una sonrisa gastada, busca otro actor para su obra en la que se sienta amada, para que los besos camuflen su vejez y distraigan su profunda soledad y tristeza.
posted by Daiana González